Santa Marta: donde la esperanza se construye con las manos.

En Ciudad Bolívar, una comunidad demuestra que la fortaleza no solo se mide en paredes levantadas, sino en la capacidad de unirse, resistir y seguir soñando.

Una experiencia que transforma

Aquella mañana del 6 de septiembre llegamos al barrio Santa Marta, en Ciudad Bolívar, sin imaginar que ese lugar cambiaría mi forma de ver la vida.

Entre risas y conversaciones con mis compañeros, me dirigía a una realidad que muchos prefieren ignorar: la de miles de familias que luchan cada día por lo que debería ser un derecho básico —una vivienda digna—.

Al llegar, lo primero que me sorprendió fue la energía de las personas. A pesar de las dificultades, allí se respira esperanza. En cada mirada hay una historia, y en cada historia, un sueño que se levanta con las manos, poco a poco.

Construir más allá de las paredes

Durante la jornada, entendí que construir no solo es clavar tablas o alinear mpaneles Es apoyar, escuchar y compartir humanidad.

TECHO me enseñó que la verdadera transformación comienza cuando nos reconocemos en el otro, cuando entendemos que la pobreza no es un destino, sino una condición que puede cambiar con empatía y acción colectiva.

Cada martillazo, cada sonrisa y cada palabra de aliento se convierten en cimientos de algo más grande: comunidad.

El poder de la unión

Mientras avanzábamos en la jornada, noté algo que me marcó profundamente: nadie se rendía. Las madres cargaban agua, los niños ayudaban a pintar y los voluntarios daban su máximo esfuerzo.

Ese día confirmé que el trabajo en comunidad es una fuerza imparable, capaz de transformar montañas de tierra en montañas de sueños.

“Construir no es solo levantar paredes, es levantar esperanzas.”

Cuando el día terminó, me fui con el corazón lleno y la certeza de que cada acción, por pequeña que parezca, tiene un impacto.

Cambiar realidades no depende de tener mucho, sino de estar dispuestos a actuar.

Porque cuando las manos se unen, los sueños se vuelven posibles.